En
1906 realizó su primera conferencia en Yauyos, mostrando sus hallazgos en torno
a los cráneos estudiados de Huarochirí.
Para
entonces, Tello había ingresado a la carrera de medicina donde obtuvo el
bachiller en 1907. Continuó sus investigaciones para sustentar su tesis de
doctorado en 1909, titulada “La antigüedad de la sífilis en el Perú”. La tesis
estuvo dedicada a Ricardo Palma, quien había apoyado a Tello. Además de la
aprobación de la tesis, Tello logró que la facultad de Ciencias de San Marcos
adquiriera la colección de cráneos para formar el primer museo de anatomía
patológica.
Su
trabajo analiza la vida sexual de los antiguos peruanos y la difusión de la
sífilis, enfermedad venérea que llegó a ser una verdadera epidemia durante el
reinado del inca Huayna Cápac. No deja de referirse a otras enfermedades como
la gonorrea, la verruga y la uta.
Tello
había atribuido que la lesión encontrada en los cráneos a la sífilis, dejaba
rastros en los cráneos, causando deformación y mutilación de la nariz y la
piel, algo que encontró presente en los huacos antropomorfos. Entre las
conclusiones más saltantes de su estudio anota: “Las lesiones patológicas
observadas en cráneos provenientes de antiquísimas tumbas y habitaciones de los
peruanos, parecen ser debidas a la sífilis”.
Así
llegó el auspicio del primer gobierno de Augusto B. Leguía, para continuar sus
estudios de antropología en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, donde
permaneció entre 1909 y 1911. Conoció allí a los grandes antropólogos de su
época Franz Boas y Alex Hrdlicka.
En
el año 1912 viajó a la Universidad de Berlín para seguir con sus estudios de
antropología. Tello había estudiado ciencias y medicina, pero en el camino fue
descubriendo su interés por la antropología, que lo conduciría finalmente al
estudio de la arqueología. Estos fueron los primeros años de la carrera de
Julio C. Tello. (Fuente: Juan José Pacheco Ibarra, en la publicación de Edgar
Jhonatan Rojas Núñez / Facebook).
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